Poeta y ensayista mexicano nacido en Mixcoac. En 1937 asiste al Congreso de Escritores Antifascistas en Valencia (España) junto con su esposa, la escritora mexicana Elena Garro. Ahí publica Bajo tu clara sombra (1937). Entra en contacto con los intelectuales de la República Española, con Pablo Neruda, y en México se acerca a Jorge Cuesta y Xavier Villaurrutia, que marcarían el desarrollo de su obra.
Si su obra poética viaja del vacío del yo a la plenitud del mundo y el amor, sus ensayos son un mosaico de reflexiones puntuales sobre los aspectos más diversos de nuestra época.
La poesía
¿Por qué tocas mi pecho nuevamente?
Llegas, silenciosa, secreta, armada,
tal los guerreros a una ciudad dormida;
quemas mi lengua con tus labios, pulpo,
y despiertas los furores, los goces,
y esta angustia sin fin
que enciende lo que toca
y engendra en cada cosa
una avidez sombría.
El mundo cede y se desploma
como metal al fuego.
Entre mis ruinas me levanto,
solo, desnudo, despojado,
sobre la roca inmensa del silencio,
como un solitario combatiente
contra invisibles huestes.
Verdad abrasadora,
¿a qué me empujas?
No quiero tu verdad,
tu insensata pregunta.
¿A qué esta lucha estéril?
No es el hombre criatura capaz de contenerte,
avidez que sólo en la sed se sacia,
llama que todos los labios consume,
espíritu que no vive en ninguna forma
mas hace arder todas las formas
con un secreto fuego indestructible.
Pero insistes, lágrima escarnecida,
y alzas en mí tu imperio desolado.
Subes desde lo más hondo de mí,
desde el centro innombrable de mi ser,
ejército, marea.
Creces, tu sed me ahoga,
expulsando, tiránica,
aquello que no cede
a tu espada frenética.
Ya sólo tú me habitas,
tú, sin nombre, furiosa sustancia,
avidez subterránea, delirante.
Golpean mi pecho tus fantasmas,
despiertas a mi tacto,
hielas mi frente
y haces proféticos mis ojos.
Percibo el mundo y te toco,
sustancia intocable,
unidad de mi alma y de mi cuerpo,
y contemplo el combate que combato
y mis bodas de tierra.
Nublan mis ojos imágenes opuestas,
y a las mismas imágenes
otras, más profundas, las niegan,
ardiente balbuceo,
aguas que anega un agua más oculta y densa.
En su húmeda tiniebla vida y muerte,
quietud y movimiento, son lo mismo.
Insiste, vencedora,
porque tan sólo existo porque existes,
y mi boca y mi lengua se formaron
para decir tan sólo tu existencia
y tus secretas sílabas, palabra
impalpable y despótica,
sustancia de mi alma.
Eres tan sólo un sueño,
pero en ti sueña el mundo
y su mudez habla con tus palabras.
Rozo al tocar tu pecho
la eléctrica frontera de la vida,
la tiniebla de sangre
donde pacta la boca cruel y enamorada,
ávida aún de destruir lo que ama
y revivir lo que destruye,
con el mundo, impasible
y siempre idéntico a sí mismo,
porque no se detiene en ninguna forma
ni se demora sobre lo que engendra.
Llévame, solitaria,
llévame entre los sueños,
llévame, madre mía,
despiértame del todo,
hazme soñar tu sueño,
unta mis ojos con aceite,
para que al conocerte me conozca.
Mediodía
Un quieto resplandor me inunda y ciega,
un deslumbrado círculo vacío,
porque a la misma luz su luz la niega.
Cierro los ojos y a mi sombra fío
esta inasible gloria, este minuto,
y a su voraz eternidad me alío.
Dentro de mí palpita, flor y fruto,
la aprisionada luz, ruina quemante,
vivo carbón, pues lo encendido enluto.
Ya entraña temblorosa su diamante,
en mí se funde el día calcinado,
brasa interior, coral agonizante.
En mi párpado late, traspasado,
el resplandor del mundo y sus espinas
me ciegan, paraíso clausurado.
Sombras del mundo, cálidas rüinas,
sueñan bajo mi piel y su latido
anega, sordo, mis desiertas minas.
Lento y tenaz, el día sumergido
es una sombra trémula y caliente,
un negro mar que avanza sin sonido,
ojo que gira ciego y que presiente
formas que ya no ve y a las que llega
por mi tacto, disuelto en mi corriente.
Cuerpo adentro la sangre nos anega
y ya no hay cuerpo más, sino un deshielo,
una onda, vibración que se disgrega.
Medianoche del cuerpo, toda cielo,
bosque de pulsaciones y espesura,
nocturno mediodía del subsuelo,
¿este caer en una entraña obscura
es de la misma luz del mediodía
que erige lo que toca en escultura?
—El cuerpo es infinito y melodía.
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Algo más de Octavio Paz
Publicó su primer poema a los 17 años, en 1931, al que tituló Caballera, considerándose el poeta más joven y prometedor de la capital mexicana. Lea sobre la entrega del Premio Nobel de Literatura y conozca su extensa obra.
Video: Octavio Paz habla sobre el hombre
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Rincón musical
Es un caballero de fina estampa, entregado por Brasil al mundo.
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5.8.08 |
Categoría:
OCTAVIO PAZ,
POESIA
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