La voz que susurra en las entrañas
Día del poeta

En lo más hondo del ser, en los recodos ignotos de las entrañas humanas, pervive una voz, a veces indistinta, que susurra un lenguaje irreconocible. San Juan de la Cruz se refirió a ella como “la música callada, la soledad sonora” por sus peculiares notas intrínsecas entonadas a la par con la realidad y la vaguedad. En ese espacio-tiempo, se despierta lo que Platón llamó “el demiurgo”, una especie de dios que contempla las ideas y las plasma en la materia, encargándose de crear el Universo; pero esta vez, es el cantor que llevamos en lo más profundo de nuestra esencia que forja, con los caracteres convencionales, una extensión misma del universo interior. Inquietante hasta obligarnos a esparcir las palabras. Escribirlas. Plasmarlas. En ocasiones, compartirlas. Cada 21 de octubre, muchas personas conmemoramos el descubrimiento de la voz que susurra en las entrañas y celebramos el nacimiento del poeta y de la poetisa. A continuación, comparto una selección de poemas propios que integran el poemario inédito “Eternamente tarde”.



Tránsito de Venus

TRANSITAS
por los espacios que invento
de la nada.
Pero transitas lentamente,
casi estática,
en cuadros fotográficos y fílmicos,
como Venus
y simulas el camino sideral,
opacando la luz con tu luz
y el sol simplemente se ennoblece.
Eres la belleza escondida en lo sublime,
en lo que trasciende y ahonda en el alma,
en lo que esclaviza y libera al unísono
el deseo de la morada sensitiva.
Eres por tu aliento de eternidad en la presencia,
eres por tu toque de ternura en los gestos,
eres por tu sutil correalidad con el infinito
y porque habitas en las dimensiones y moléculas
del Cosmos.
No eres porque superas lo inmóvil y rígido del mármol,
no eres porque das matices a las cosas incoloras,
no eres porque transitas en las direcciones del pensamiento
y porque agregas sentido a la acción de mirar, de sentir, de palpar.
Cuando transitas detienes el fondo y la forma
y te pareces al dulce susurro del Universo
en su camino inconcluso, en años luz,
por nebulosas grises
y das continuidad al movimiento que no acaba.
Te busco divagando en el mito articulado,
te busco y te encuentro entre las diosas del Olimpo.
Me doy a la fuga en el estudio de la efigie
como faro que devora la noche y la penumbra,
como vigía que avizora infatigable su único objetivo.
Brotaste, transitando, de la espuma de mis dedos,
así en cada aguja del reloj en fuga
tras el tiempo que huye en cada punto en la arena.
Acudo presuroso a contemplarte
a la orilla del infinito, al borde de los cipreses,
al vasto caudal de lo Absoluto.
Acudo a descubrirte
en el eros cincelado y taciturno de la imagen.
Pero eres más que imagen
porque prevaleces, sempiterna, a la mitología,
a la escultura, al dato astronómico.
Alcanzas la dialéctica y la fluidez de lo perpetuo
con tan sólo una inclinación en tu pedestal nacarado
y renuevas los contratos de lo indecible en el acto.
Fuiste, eres, serás
la Venus que estremece los cimientos de las olas
y, en tu tránsito, retornas
al soplo de nacer entre la concha de mis manos.


Eternamente tarde

TARDE has llegado
a mi mundo y a mi tiempo,
precisamente ahora
cuando ya mis ilusiones
se apagan.
Tarde has llegado
a mi mente y a mis deseos,
cuando simplemente vivo del destino,
cuando simplemente espero
y no formulo ningún razonamiento.
Eternamente tarde
llegaste,
sin embargo cambiaste
mi mundo y mi tiempo,
mi mente y mis deseos,
mis ilusiones
incluso mi destino.
Llegaste tarde y te reclamo
y a Dios también reprocho.
Eternamente tarde
se articuló tu existencia,
pero a mi corazón
no has llegado tarde.


Infinita tú

INFINITO el viaje por tu piel
por cada recodo
por cada rincón
mis dedos tejen ilusiones
a cada tacto
a cada paso
infinita la sed que
se cuela por mi lengua
infinito el deseo que
contrae mis labios
infinito el momento que
poseo
tus gemidos elocuentes
tus latidos acelerados
infinita tu mirada que
desdice los prejuicios
infinita tú
plasmada en mi cuerpo con sudor
cada célula mía
te recuerda intacta
-porque nadie ha sabido borrarte-
mi boca aún guarda tu saliva
regenerada en nuestros aniversarios
así te llevo en la memoria
infinita tú


Quédate, el amor y la distancia

QUIERO dibujarte el amor
en mi mirada que
parece escapar tras de ti
cuando te vas,
tan sólo tocarte un
instante y
decirte en la piel
quédate
no más un momento para
luego en mi afanado
intento de regresarte
reiterar
tu retorno de
ese no sé qué destino o
trayecto que
te roba sucesivamente,
tan sólo un instante para
recobrarte en la última imagen que
te mantiene con vida y
reiteradamente esperar
tu retorno no sé cuándo de
ese punto que se dibuja en
la distancia en el preciso
momento que te marchas


La danza

AMO ESE ESPACIO que define tu trayecto hacia mí
y apenas recobro el aliento,
te haces cuerpo desnudo.

Amo la posibilidad de tenerte cerca, tan cerca
y amo cuando caminas suavemente,
cuando atribuyes a tu cuerpo el don de seducirme.

Amo el paso firme de tus pies de seda
cuando te encaminas sin fronteras
hacia lo que defines mi lecho.

Amo eso que haces con tus manos, con tu boca,
amo el ritmo que contiene tu cintura,
la danza de tu cuerpo.

Amo también cuando te vas
y fulminas el marco de la puerta con tu presencia;
no me dejas vacío, te quedas en mi cuerpo.


Digo amor

DIGO amor
y se detiene el tiempo en mi boca
se reduce el espacio a tu piel
digo amor
y repetidas veces
hago el amor con tu recuerdo
tan sólo digo amor
y recreas los conjuros
de todos los amores
siempre digo amor


Memoria del Viento I

LA QUISE con vehemencia. Siempre la quise. Tal vez demasiado para mis posibilidades. Era hermosa, quizá lo sea para la eternidad. La quise con demencia. Pero siempre la quise.
Me derrotó su ausencia. Marchó, muda, por las rutas que ignoro. Caminó por las calles oscuras de otros pueblos. Embarcó hacia un continente desconocido. No sé qué océano navegó. A hurtadillas, marchó. Quedé sumido en la soledad de la vida. Ausencia. Ausencia. Ausencia. Ignoro las latitudes que la esconden.
Siempre pensé en la posibilidad de su retorno. Nunca volvió. Creía verla en cada mujer que sonreía. En la rosa ensangrentada e hiriente. En la luna. En la gaviota. Pregunté a la gente. Detuve el tiempo en mi mente y en mis venas con el fallido intento de regresarla. Esperé en el parque. Esperé en el puente. Y en la catedral. Esperé.


Memoria del Viento II

MI BARCA levó el ancla. Zarpó. Empuñé los remos en la distancia. Porque siempre la quise huí del pueblo a oscuras. No dije nada. Solo. Alcé las velas en la distancia. Pasó el tiempo. Distancia.
Aquella gaviota que veo suspendida posee el carácter de mi soledad. Calladamente sombría. Sencillamente sola. Vacía. En una brecha extensa. Sin ruta porque el sol aún duerme.
Hasta del viento estoy solo.
Continúo buscando sin encontrarla. Incansablemente. Penetro el mar y me pierdo en la distancia. Desesperadamente. Desembarco en todos los puertos. Apasionadamente. Aunque la busco en mí mismo, sigue perdida en la distancia.


Abril inmortal

TE CONOCÍ en abril
una noche en que pululaban
personas extrañas
fuiste el rostro más nuevo
el más recordado en mis deseos
a penas te conocí en abril
a penas una noche misteriosa
y abril
quedó inmortal
no en las hojas de los calendarios
sino en la memoria
inflexible al olvido
te conocí en abril
y abril
marcó la historia
no porque fuera abril
sino porque te conocí


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Para saber algo sobre Jean Suriel



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Rincón musical

Para conmemorar el día del poeta, qué mejor uno de los exponentes de la música lírica en español y catalán: Joan Manuel Serrat, acompañado por Noa.

Joan Manuel Serrat y Noa cantando “Es caprichoso el azar”